Se han abordado aspectos como que la muerte es un tabú en nuestra
sociedad, lo que nos impide hablar sobre ella y valorar cuál sería la mejor
forma de vivirla. En este sentido se ha comentado que la eutanasia significa «bien morir» pero se ha asociado, casi en exclusiva, a realizar actos médicos que precipiten la muerte natural en situaciones irreversibles, de cara a disminuir el sufrimiento.
En este sentido se ha estado de acuerdo en la dificultad de definir con claridad los límites de una situación «irreversible», aunque se acepta que no debe juzgarse la situación de aquellos, que estando lúcidos y tras un largo periodo de incapacidad o sufrimiento, han solicitado la ayuda de otros para acabar con su vida.
La cuestión se vuelve más compleja, cuando la persona ha perdido la
capacidad de evaluar su situación por sí misma. Se ha hablado de las Voluntades Anticipadas (testamento vital), como herramienta legal que permite establecer los límites médicos que la persona no desea que se superen en determinados supuestos.
También, de la necesidad de aceptar que no podemos mantener el control sobre todos los aspectos de la vida y que es necesario «aceptar» algunas condiciones que pueden presentarse.
E incluso, se debería valorar que el sufrimiento puede ser un bien espiritual para la persona en sí o para las personas que acompañan en el dolor.
También se han contado experiencias de «buena muerte», en las que ha habido la oportunidad de que la persona fallecida, estuviese en su casa, con los cuidados paliativos necesarios, acompañada del cariño de los suyos y teniendo la oportunidad de despedirse de todas las personas queridas.
El próximo encuentro será el 1/12/2019 sobre el tema: «Cómo se afronta una situación de dolor o contrariedad desde actitudes vitales diferentes»